Es posible afirmar que la figura representada en esta pieza de cerámica arqueológica tiene una importancia jerárquica, pues se encuentra adornada por un gran collar, un guayuco atado a la cintura y pintura facial. El personaje, que está sentado en un banco de pensamiento tiene algo dentro de la boca, probablemente está masticando coca, actividad que aún practican ritualmente líderes espirituales de varias comunidades contemporáneas en Colombia, como los koguis, arhuacos, nasas, uitotos, tukanos, muinane o boras.
Desde la época de la Conquista hasta la actualidad, viajeros, etnógrafos y arqueólogos han registrado la utilización de este tipo de bancos por parte de líderes espirituales con diversos fines: para viajar entre mundos o realidades con ayuda de la plantas sagradas la coca y el tabaco, solicitar a deidades el acceso a los recursos, curar enfermedades, celebrar la fertilidad y la cosecha, adquirir el don de la palabra y transmitir conocimiento ancestral a generaciones más jóvenes. Plantas sagradas como la coca y el tabaco, al igual que los bancos de pensamiento, han logrado permanecer por siglos como indispensables vehículos de conocimiento, a pesar del paso del tiempo y los cambios tecnológicos.