Entre las 43 piezas expuestas se destacan coronas, crucifijos y atriles, que evidencian la importancia de los metales preciosos en la práctica religiosa durante los siglos XVI y XVII, puesto que por sus cualidades intrínsecas el oro y la plata se asimilaron simbólicamente con las divinidades. La bóveda alberga, entre otros, una bandeja del siglo XVIII donada a un convento agustino ubicado en Río de Oro (actual departamento del Cesar) y un florero con ramillete decorado con motivos vegetales y frutales, que evoca antiguas costumbres indígenas de rendir culto con cestos de frutas.
La fabricación de objetos en metales preciosos durante el siglo XIX se destinó habitualmente a conmemorar acontecimientos ligados a la naciente vida republicana o a la ostentación social, indicativa de buen gusto y elevada posición económica. Así, el visitante encontrará la emblemática guirnalda cívica ofrendada por el pueblo de Cuzco al Libertador Simón Bolívar, ornada con oro, perlas y diamantes; un cofre en oro y piedras preciosas que el gobierno colombiano le obsequió a Rufino Cuervo en 1847, y objetos de uso cotidiano, como un neceser de viaje hecho en madera y plata, ofrecidos al presidente interino de la Confederación Granadina.
En el siglo XX cambiaría el gusto por la ostentación de objetos elaborados en oro y plata en el vestido y en los eventos públicos, y se restringiría el uso de los objetos de lujo al ámbito de la vida privada. El visitante encontrará objetos de este periodo donde el porte de alhajas, el servicio en menaje y la decoración en el ropaje se destinan a eventos sociales entre la élite civil, religiosa y militar.
La entrada es gratuita.