La anfitriona de junio, julio y agosto
Historia de las colecciones
Vestíbulo
Lécito griego
S. VI a. c - s. V a. c
Arcilla torneada y engobada
Reg. 1119
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
Un lécito como legado de la antigüedad
Este es un lécito –vaso elaborado en la antigua Grecia–, que podía utilizarse en contextos domésticos, rituales y funerarios. Los vasos cerámicos elaborados por los griegos se dividían en dos clases: aquellos destinados para beber y los utilizados para guardar aceites y perfumes, como es el caso de este lécito. Esta pieza fue elaborada con la técnica cerámica de las figuras negras pintadas sobre fondo rojo y, estilísticamente, corresponde al final del periodo de la figura negra ática. Ello se evidencia en el trazo apresurado de las formas representadas en la escena y en la presencia de incisiones realizadas con un objeto punzante sobre lo pintado. La representación de vides que evocan el vino permite especular sobre la identidad del personaje central dibujado en el recipiente: barbado y coronado, podría tratarse de Dionisio, dios del vino[1].
Este lécito formó parte de la colección reunida por Ángel Cuervo Urisarri (1838-1896) en Europa y que su hermano, el filólogo Rufino José (1844-1912), entregó al Museo Nacional de Colombia en 1898 como legado testamentario del primero. Los objetos antiguos de su colección procedían de los contextos helénicos e itálicos, arquetipos de la antigüedad clásica, y de Egipto. Esta última área cultural había sido insertada en el relato histórico occidental sobre el mundo antiguo desde principios del siglo XIX, gracias, entre otras cosas, al desciframiento de los jeroglíficos egipcios. Las antigüedades del mundo Mediterráneo habían interesado a las élites europeas desde el Renacimiento y su coleccionismo, tras descubrimientos como los de Pompeya y Herculano en el siglo XVIII, ya se encontraba muy desarrollado y especializado para cuando Ángel Cuervo decidió cultivarlo de forma diletante a finales del siglo XIX.
La llegada del lécito al Museo Nacional de Colombia introdujo en sus colecciones algo del gusto cosmopolita, pero marcadamente eurocéntrico, de los hermanos Cuervo. En aquel entonces el Museo ya contaba con una incipiente colección de las llamadas antigüedades prehispánicas, materialidad cada vez más valorada por algunos eruditos locales, quienes contribuyeron a incorporar dichas piezas en el emergente campo de estudio internacional sobre las antigüedades americanas.
Figura funeraria egipcia
Sin datar
Cerámica modelada y pigmentada
14,2 x 5 x 4,4 cm
Reg. 918
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
Vaso italiota
S. IV a. c.
Arcilla torneada y engobada
8,8 x 7,7 cm
Reg. 1120
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
Lécito italiota
Sin datar
Arcilla torneada y engobada
9,6 x 5,6 x 5,1 cm
Reg. 1123
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
Vaso etrusco
S. IV a. c.
Arcilla torneada y engobada
14,5 x 8 x 8 cm
Reg. 1128
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
Jarra de bronce en pequeño formato
de estilo romano
Sin datar
Bronce fundido
8,2 x 7,63 x 5 cm
Reg. 916
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
Dos lacrimatorios (aceiteros)
pompeyanos en vidrio
Sin datar
Vidrio fundido
14,7 x 4,2 x 4,2 cm y 12,5 x 3,8 x 3,8 cm
Reg. 917
Museo Nacional de Colombia
Legado de Ángel Cuervo Urisarri (9.12.1898)
La estatuilla egipcia corresponde a un ushebti, objeto que hacía parte de los ritos de enterramiento. Se creía que los espíritus de estas figuras servirían a los fallecidos en el más allá. Antes de los romanos, Italia había sido dominada por pueblos como las comunidades griegas establecidas en el sur de la península, autores del estilo italiota, y los etruscos, que ocuparon el norte. Estos objetos cerámicos, como la jarra metálica y los aceiteros romanos de vidrio, si bien eran de tipo funcional, revelan cierto interés estético en su fabricación.
[1] La caracterización de esta pieza fue sugerida por Anne Coulié, jefe de curaduría del Departamento de antigüedades griegas, etruscas y romanas del Museo del Louvre, cuando visitó en 2013 el Museo Nacional de Colombia.