Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal

Skip Navigation LinksHace 200 años la defensa de la Provincia de Casanare por Francisco de Paula Santander

“No es con tres ni cuatro mil hombres que se conquista el Casanare” Hace 200 años: la defensa de la Provincia de Casanare por Francisco de Paula Santander

 

Pedro José Figueroa (ca. 1770-1838) - Atribuido 
Francisco de Paula Santander [Detalle] 
Ca. 1825
Óleo sobre tela
119 x 97 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 532
Figura en el Catálogo del Museo Nacional (1960)

 
 
 

 

 

No es con tres ni cuatro mil hombres que se conquista el Casanare

Hace 200 años: la defensa de la Provincia de Casanare por Francisco de Paula Santander

 

                                                              

                     

                                                   
 


Pedro José Figueroa (ca. 1770-1838) - Atribuido 
Francisco de Paula Santander 
Ca. 1825
Óleo sobre tela
119 x 97 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 532
Figura en el Catálogo del Museo Nacional (1960)

 


La defensa exitosa de la Provincia de Casanare en abril de 1819, llevada a cabo por las tropas comandadas por Francisco de Paula Santander (1792-1840), allanó al ejército patriota la ruta que conducía a Santafé, capital del virreinato, y propició el golpe definitivo a las huestes españolas en la batalla del Puente de Boyacá, el 7 de agosto de 1819. El ejército patriota, artífice de estas acciones, había sido formado en Casanare con indígenas, llaneros y refugiados provenientes de distintos rincones del país. Estos habían llegado a la región huyendo de la violencia instaurada por Pablo Morillo (1778-1837) y las expediciones bélicas de restitución monárquica, campaña militar también conocida como la reconquista.

Pablo Morillo había desembarcado en Venezuela en enero de 1815, dirigiendo una expedición compuesta por entre 25 y 30 navíos cañoneros y 60 barcos de transporte con 10.500 soldados (Thibaud, 2003, p. 262). En julio de 1815, Morillo ingresó a la Nueva Granada a través de Santa Marta, donde fue recibido en medio de clamores de júbilo. De allí partió hacia Cartagena y, tras un sitio de 106 días, venció su resistencia, acontecimiento por el cual la ciudad fue denominada la “Heroica”. Morillo dividió la penetración y reconquista de la Nueva Granada en cuatro expediciones: Chocó, al mando de Julian Bayer; Antioquia y Cauca, al mando de Donato Santacruz; por el río Magdalena, al mando de Francisco Warleta; y una última para la región de Ocaña, comandada por Miguel de la Torre (1786-1843). Morillo finalmente llegó a Santafé el 26 de mayo de 1816 y fue recibido con festejos públicos (Ocampo, 1989, p. 51). Allí instaló tres tribunales: el Consejo de guerra, para juzgar a los patriotas implicados en acciones bélicas y que ocuparon altos cargos en la depuesta República; el Consejo de purificación, para juzgar aquellos traidores que habían estado comprometidos con la causa revolucionaria, pero que no habían ido a la guerra; finalmente, el Consejo de confiscación, para efectuar la confiscación de los bienes de los juzgados y cobrar exacciones a cambio de su libertad. Los reos juzgados pero eximidos del cadalso pagaron con bienes su libertad o sufrieron el destierro, labores forzadas o la prisión. Se estima que cerca de 5000 personas fueron ejecutadas entre 1815 y 1819 (Rausch, 1984, p. 173). 
 

                                                                                                                                     
 


Pedro José Figueroa (ca. 1770-1838) - Atribuido
Pablo Morillo 
Ca. 1815
Óleo sobre tela
125,5 x 79 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 524
Miguel María Lisboa reportó su existencia en el Museo Nacional en 1853

 


El régimen de terror instaurado por la pacificación o restitución monárquica del Nuevo Reino de Granada vulneró y extinguió el entusiasmo de algunos seguidores de la Corona española. Asimismo, obligó a personas reconocidas como patriotas a buscar refugio en zonas donde no llegara la autoridad del virrey. La extensa región del Orinoco, que abarca el territorio comprendido entre la Cordillera Oriental en Colombia hasta la desembocadura del río Orinoco en el Atlántico en Venezuela, sirvió para este propósito. Se trataba de una región dominada por llanuras selváticas y ríos caudalosos, cuyos únicos ocupantes hasta el periodo de la Independencia habían sido indígenas, misioneros y algunos llaneros dedicados a la ganadería (Rausch, 1984, pp. 138 y ss.). La ausencia de caminos y las condiciones agrestes de la zona impidieron allí la formación de ejércitos regulares propiciando la conformación de guerrillas patriotas, establecidas allí desde 1815 (Thibaud, 2003, p. 272).
 

                                                                                                                                                       
 
Agustín Codazzi (1793 - 1859) /  Manuel María Paz (1820 - 1902) / Felipe Pérez de Manos Albas (1834 - 1891) / Imprenta A. Lahure
Carta que representa la división política
del Virreino de Santafé en 1810

1889
Impreso
54,4 x 72,5 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 1218
Remitido por la Biblioteca Nacional (9.1907)
 


En 1816, el militar venezolano José Antonio Páez (1790-1873) era el jefe del Ejército de Oriente de la Nueva Granada, esto es, de las fuerzas militares patriotas apostadas en la Provincia de Casanare (Nueva Granada) y en Barinas (Venezuela). Páez, de origen humilde, conocía la zona y la vida en los Llanos, debido a su antiguo oficio de ganadero. Su carácter autoritario y la fama obtenida por algunas victorias en contra de los españoles consiguieron temporalmente la lealtad y obediencia de la mayoría de los cabecillas de las milicias residentes en la zona (Thibaud, 2003, p. 272).
 

                                                                                                                   
 


Pedro José Figueroa (ca. 1770-1883)
Simón Bolívar. Libertador de Colombia
1821
Óleo sobre tela
97 x 75,5 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 398
Donado por Felipe F. Paúl (ca. 1886)

 


Entre los patriotas prófugos de la pacificación del Nuevo Reino de Granada se encontraba el entonces coronel Francisco de Paula Santander. Bajo las órdenes del general Manuel Roergas Serviez (1785-1816) y por sugerencia de Camilo Torres Tenorio (1766-1816), Santander huyó de Santafé en mayo de 1816 con una parte del ejército hacia la Provincia de Casanare (Rausch, 1984, p. 173). Al mando de 150 miembros de caballería y 56 de la infantería, hostigados continuamente por el ejército español, llegó a Pore el 23 de junio de 1816 y se unió a las tropas del general Rafael Urdaneta (1788-1845) (Rausch, 1984, p. 173). Semanas después, en julio del mismo año, se reunieron los líderes de las distintas guerrillas de Casanare en Villa de Arauca, con el propósito de unificar el ejército y, con ello, organizar una contraofensiva frente al ejército español. Santander fue nombrado jefe militar de la Provincia de Casanare, pese a su desconocimiento de las costumbres de la zona. Ignoraba cómo conseguir alimentos y pretendió imponer disciplina de cuartel a unas milicias acostumbradas a la lucha de guerrillas. Tal inexperiencia dio lugar a una junta de oficiales en Arichuna (Apure), que nombró a Páez en lugar de Santander como jefe de las tropas apostadas en la región. Dada la popularidad de Páez en la zona, Santander no se opuso al nombramiento y se puso bajo órdenes del venezolano (Thibaud, 2003, p. 281). Páez nombró a Santander, Serviez y a Urdaneta como jefes de las tres divisiones de caballería (Díaz, 1967, p. 280).
 

                                                                                                                
 


Autor desconocido
José Antonio Páez
Ca. 1867
Óleo sobre tela
87 x 57,7 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 550
Donado por Eduardo Santos (16.8.1948)

 


La unión de este ejército patriota duró poco tiempo y las rivalidades entre neogranadinos y venezolanos terminaron imponiéndose. Las fuerzas estaban divididas entre las milicias neogranadinas de Nepomuceno Moreno (m. 1839), Antonio Arredondo, Ramón Nonato Pérez y el venezolano Juan Gálea. Moreno, Pérez y Arredondo se negaron a continuar obedeciendo a Páez, de modo que, a inicios de 1818, el ejército de Casanare quedó nuevamente desarticulado (Rausch, 1984, p. 181). Ante dicha disolución, Santander viajó hacia Venezuela en busca de Simón Bolívar (1783-1830), para acordar una estrategia de reunificación del ejército de la Nueva Granada.

Simón Bolívar, quien había sido derrotado previamente en Venezuela por la campaña de pacificación emprendida por Morillo, había buscado exilio en Jamaica durante la segunda mitad de 1815. En 1816 había regresado a Venezuela con el objetivo de tomar la capital, pero, nuevamente vencido, se había retirado a la región del Orinoco y establecido su cuartel en la población de Angostura, en el noreste de Venezuela (actualmente Ciudad Bolívar) (Thibaud, 2003, p. 306). En diciembre de 1817 Bolívar se reunió allí con José Antonio Páez, de quien consiguió que aceptara su jefatura del ejército patriota. Bolívar lo nombró entonces general de brigada y Páez regresó a los Llanos venezolanos sintiendo que este reconocimiento a Bolívar no menguaba su poder en la zona del Casanare (Rausch, 1984, p. 177). Tras su encuentro con Páez, y mientras permanecía acuartelado en la región del Orinoco como último reducto de la lucha patriota, Bolívar concebiría, en agosto de 1818, el plan de unificar el ejército patriota en el frente oriental, es decir, en la región del Casanare e iniciar una contraofensiva que terminara con la liberación de la Nueva Granada (Thibaud, 2003, p. 411). Para lograrlo, debía formarse un ejército disciplinado a partir de uno otrora disperso entre numerosas guerrillas. 

Así fue como Santander se reunió con Bolívar en Angostura. En agosto de 1818, Santander fue nombrado “comandante en jefe de la vanguardia del Ejército Libertador de la Nueva Granada, que debía formarse en la provincia de Casanare” (Thibaud, 2003, p. 411). El 27 del mismo mes, Santander regresó a la Provincia de Casanare con la misión de formar un ejército unificando las milicias guerrilleras. Bolívar le había entregado “mil fusiles, treinta quintales de pólvora, cuarenta quintales de plomo, diez mil piedras de chispa, trescientos cartuchos y una pequeña armería”. Santander no llevó soldados consigo, sino solamente cuatro oficiales: el coronel Jacinto Lara (1777-1859), el teniente coronel Antonio Obando (1790-1849), el sargento mayor Joaquín París (1795-1868) y el teniente coronel Vicente González (Díaz, 1967, p. 281). Santander, además de neogranadino, conocía la Provincia de Casanare, pues, como se explicó antes, ya había servido en el ejército bajo las órdenes de Páez durante 1816 y 1818, asimismo contaba con una sólida formación militar y conocimiento de las normas que regían el Estado y el ejército regular. Finalmente, el arsenal militar recibido era un argumento poderoso para afianzar su poder sobre las dispersas milicias de la zona, las cuales carecían de armamento y munición.

Santander inició su misión de reconstrucción del Gobierno de la Provincia de Casanare. El 18 de diciembre de 1818 la región fue declarada República independiente del dominio español y separada de Barinas (Venezuela). Luego, con la Constitución de Angostura de 1819, Casanare se uniría a la república de Colombia. Tras la declaración de Casanare como República, se ratificó a Bolívar como jefe militar de esa República y con ello, Santander fue confirmado como general del Ejército Libertador. Entonces, Santander procedió a buscar la lealtad de los distintos cabecillas de la zona, la cual obtuvo en sucesivas reuniones (Rausch, 1984, p. 182). Incluso Páez lo reconoció como líder militar del Casanare y solicitó a sus habitantes se unieran al ejército.

La formalización de este Gobierno civil le permitió a Santander conformar ejércitos regulares unificando las fuerzas dispersas en guerrillas y pequeñas bandas. Emprendió una labor de reclutamiento, en algunos casos de leva forzosa, principalmente entre los indígenas, quienes eran los principales habitantes de la región —–83.841 indígenas poblaban el Casanare, según el censo ulterior de 1827, cifra bastante alta si se considera que la provincia contaba comparativamente con 19.080 habitantes no indígenas—. Santander logró reunir un ejército integrado por una infantería de 1.116 hombres, con 895 fusiles, 715 bayonetas y 21.741 cartuchos, además de una caballería con 832 hombres. En febrero de 1819 este ejército estaba organizado en los batallones Constantes de Nueva Granada o también Cazadores de la Nueva Granada y el Primer Batallón de Línea de la Nueva Granada (Thibaud, 2003, p. 419).
 

                                                                                                                
 


Justo Pastor Lozada (1805-1885) / S. Páez
Juan Sámano
S. XIX
Xilografía de pie
17 x 12,8 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 3013
Donación de D. Juan M. Arrubla (20.2.1923)

 


Mientras el Ejército Libertador era conformado en los llanos de Casanare, en Santafé la autoridad la ejercía el virrey Juan Sámano y Uribarri (1754-1821). Sámano designó al general José María Barreiro (1793-1819) para contener a los rebeldes apostados en los Llanos Orientales e impedir su ingreso al centro del virreinato. El 17 de enero, Barreiro obtuvo información sobre un despliegue de tropas patriotas hacia los Llanos y decidió no solo contenerlos, sino emprender allí una campaña militar y eliminar las fuerzas patriotas. En comunicación con Sámano, Barreiro le informó que estimaba que el ejército patriota contaba cerca de “mil infantes y ochocientos caballos, teniendo, además, un número considerable de armas” (Díaz Díaz 1967, 286), cálculo que coincidía con la realidad de la contraparte.
 

                                                                                                                
 


Autor desconocido
José María Barreiro
Ca. 1818
Óleo sobre tela
74 x 60 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 516
Figura en el Catálogo del Museo Nacional (1960)

 


La campaña de Barreiro hacia los Llanos partió el 4 de abril de 1819 con 1256 infantes y 550 de caballería (Velásquez 2010, 112). A diferencia de Páez y luego Santander, el general español desconocía la zona y organizó su expedición en plena época de lluvias. Santander enfrentó el avance con una campaña de hostigamiento y desgaste. En palabras de Barreiro “los enemigos siguieron constantes en su sistema de observar nuestros movimientos, marchando a nuestra vista y huyendo cuando se le cargaba, aunque fuese en un número inferior” (Díaz Díaz 1967, 288). Santander rehuía el combate directo y realizaba ataques aislados contra un reducido número de tropas, tras lo cual se replegaba. Además de la frustración por no poder entrar en combate contra el enemigo, los españoles tuvieron problemas para conseguir su sustento. Los habitantes del Casanare recordaban vívidamente el régimen de terror impuesto por las campañas de restitución del dominio monárquico y no ofrecieron ayuda a las tropas españolas, escondiendo las reses o abandonando los poblados para dejar sin alimento al ejército realista (Díaz Díaz 1967, 288). Los caballos del ejército español, acostumbrados a las tierras altas, no asimilaban bien los pastos llaneros y enfermaron, los indios que empleaban como guías desertaron y muchos militares españoles se unieron en la fuga (Rausch, 1984, p. 185).

Tras perder casi la totalidad de sus caballos y entre 200 y 300 hombres, Barreiro reconoció su derrota. De esta manera, el 24 de abril inició un repliegue hacia los campamentos de Soatá (Socotá), la Salina (Chita) y Sogamoso (Rausch, 1984, p. 185).

 

Santander comunicó esta victoria a Bolívar el 21 de abril de 1819:

      

La deserción que han sufrido [los españoles] es numerosa; nuestros batallones de infantería han recibido con ella notable aumento; sus caballos han quedado inútiles con las marchas, contramarchas y continuas alarmas; el hambre que han padecido sus tropas es increíble, pues la mayor ración que recibía el soldado era de dos onzas de carne; no han sido dueños de otro terreno que aquel que ocupaban. Barreiro, comandante general de esta expedición, ha visto con sus propios ojos que no es con tres ni cuatro mil hombres que se conquista el Casanare, y que no es el terror lo que borra los sentimientos de patriotismo que sus mismas tropas tienen por la libertad de su patria. (Cit. en Díaz, 967, p. 293)

    

 

El fracaso de la campaña de Barreiro en los Llanos fue sellado con el ataque exitoso del general patriota Antonio Obando, quien, siguiendo órdenes de Santander, asaltó la guarnición de Barreiro en la Salina (Boyacá), logró tomar la posición enemiga y capturó a todos los oficiales españoles.

La Provincia de Casanare, otrora territorio marginal de frontera, cobró súbito protagonismo al apoyar decididamente con soldados y alimentos la causa independentista. Luego de adaptarse a sus paisajes agrestes, el Ejército Libertador pudo conformarse, fortalecerse y lograr una importante victoria que gestó las condiciones para que el Ejército Libertador se tomara el camino de Carare que conducían a Santafé y lo hicieran pasando, de manera sorpresiva, por el Páramo de Pisba (Boyacá), con lo que rompieron el cerco que Sámano había tendido para impedir el acceso de los patriotas al centro del país.

 
                                                                                                                
 


Jesús María Zamora (1871-1948)
Marcha del Libertador Bolívar y Santander en la campaña de los Llanos
Ca. 1915
Óleo sobre tela
80 x 110,2 cm
Museo Nacional de Colombia, reg. 2189.
Donado por la Fundación Beatriz Osorio (ca. 1960)

 

 

 

Bibliografía

 

Díaz, O. (1967). La reconquista española, Tomo II: Contribución de las guerrillas a la campaña libertadora, 1817-1819. Historia extensa de Colombia Vol. VI. Bogotá: Editorial Lerner.

Ocampo, J. (1989). El proceso político, militar y social de la Independencia En J. Jaramillo Uribe (Coord.),Nueva Historia de Colombia, Tomo II: Era Republicana (pp. 9-65). Bogotá: Planeta, 1989.

Rausch, J. M. (1984). A Tropical Frontier. The Llanos of Colombia 1531-1831. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1984.

Thibaud, C. (2003). Repúblicas en Armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de Independencia en Colombia y Venezuela. Bogotá: Planeta.

Velásquez, L. (2010). Aspectos militares de la Independencia: 1810-1819. En P. Rodríguez Jiménez (Dir.),Historia que no cesa. La Independencia de Colombia 1780-1830 (pp. 101-119) Rodríguez Jiménez. Bogotá: Universidad del Rosarío.

 


 

Colecciones: Historia

Lugar: Museo Nacional de Colombia

Fecha: 04/04/2019 A 31/05/2019

Costo: Homenaje virtual

Curador(es): Libardo Hernán Sánchez Paredes y María Paola Rodríguez Prada. Departamento-Curaduría de Historia.





Asociación de Amigos del Museo Nacional


Apoye los programas y proyectos del Museo Nacional y reciba beneficios como invitaciones especiales y descuentos.

Programación Cultural


Exposiciones temporales, conciertos, conversatorios, visitas guiadas, actividades educativas y más.