Desde su fundación, el Museo Nacional de Colombia ha ocupado varias sedes. Los invitamos a hacer un recorrido por los edificios que han albergado a esta institución: aquí
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El Museo Nacional de Colombia funcionó durante 123 años, entre 1823 y 1946, en diferentes sedes transitorias debido a la cambiante situación política y económica del país.
Desde su fundación y hasta 1842 ocupó la antigua Casa Botánica, construida en el siglo XVIII, que había alojado la Escuela creada por el sabio español José Celestino Mutis y sus alumnos para desarrollar la gran empresa científica conocida en América y Europa como Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. La Casa Botánica, llamada también Casa de los Secuestros, se situaba en la esquina nor-occidental de la carrera 7 con la calle 8, actual centro histórico de la capital. Esta casa ya no existe: ubicada al oriente del Observatorio Astronómico, en el área que hoy ocupa la plaza de armas de la casa presidencial, fue demolida en la década de 1950.Entre 1842 y 1845, el Museo funcionó en una sala del edificio de las Secretarías del Interior y de la Guerra, situado en la esquina de la Calle del Divorcio con la Calle de la Obra Nueva (actual esquina de la calle 10 con carrera 9).
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Portada del edificio de Las Aulas, segunda sede de la Biblioteca y del Museo Nacional, ca. 1935. |
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Anónimo Edificio Pedro A. López, ca. 1930 Fachada occidental sobre la carrera 8 |
Entre 1845 y 1913, el Museo Nacional ocupó el primer piso del edificio de Las Aulas que
compartía con la Biblioteca Nacional. Allí el entonces Presidente de la
República, General Tomás Cipriano de Mosquera, dispuso dividir el Museo
en dos secciones principales: Zoología y Gabinete de Mineralogía, y
ordenó colocar convenientemente todos los objetos arqueológicos,
históricos y artísticos. El edificio de las Aulas fue construido por el
arquitecto jesuita Juan Bautista Coluchini, creador del conjunto del
claustro y la iglesia de San Ignacio, una de las mejores obras de la
arquitectura colonial neogranadina. En este edificio funcionó
inicialmente la Academia Javeriana (origen de la Pontificia Universidad)
que, junto al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, fue una de
las primeras instituciones académicas del Nuevo Reino. A partir de 1777, con la expulsión de los jesuitas decretada por el rey Carlos III, funcionó en este edificio el Colegio Seminario. Entre 1823 y 1938 fue sede de la Biblioteca Nacional. Durante el gobierno de Eduardo Santos, en 1942, este edificio se destinó como sede permanente del Museo de Arte Colonial.
Entre 1913 y 1922, el Museo Nacional tuvo oportunidad de inaugurar el edificio denominado Pasaje Rufino Cuervo -hoy desaparecido- ubicado en la calle 14 entre carreras 7 y 8, sobre el río San Francisco (actual Avenida Jiménez). En esta sede, construida a principios de siglo por el ingeniero español Alejandro Manrique, el Museo debió compartir con otras instituciones de disímil carácter un espacio que pronto resultó estrecho para acoger las colecciones, cuyo número aumentó considerablemente.
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Anónimo Fachada y costado norte del Pasaje Rufino Cuervo, Bogotá, propiedad del gobierno departamental de Cundinamarca, 1920. El Gráfico, #523 |
Anónimo Edificio Pedro A. López, viñeta de la papelería oficial del banco López, tomada del archivo del Museo Nacional de Colombia |
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Entre 1922 y 1944, el Museo Nacional funcionó en el cuarto piso del edificio Pedro A. López -hoy Ministerio de Agricultura- localizado en la esquina de la Avenida Jiménez con carrera 8, junto al desaparecido Pasaje Cuervo. En este edificio, construido entre 1919 y 1922 por el ingeniero norteamericano Robert M. Farrington, el Museo Nacional alcanzó un eficaz nivel de organización. En 1938 se hallaba dispuesto en ocho salas destinadas a las colecciones de Arqueología y la época de la Conquista, la Colonia, la Independencia, la Gran Colombia, la República, las colecciones de Mineralogía y de Etnología, un salón de "Variedades" con objetos nacionales y extranjeros y una galería de arte y de retratos.
Algunas de las más notables personalidades colombianas del siglo XIX ocuparon la dirección del Museo y se erigieron en sus defensores ante las adversidades económicas y políticas características de la inestabilidad del siglo anterior. Gracias a ellos y a su clarividente voluntad de legar a las generaciones futuras la voz de la historia, contamos hoy con un museo de inigualable trascendencia para el patrimonio cultural colombiano: el científico naturalista Mariano de Rivero, el abogado y matemático Benedicto Domínguez del Castillo, el historiador militar Joaquín Acosta, el abogado y escritor Leopoldo Arias Vargas, el historiador José María Quijano Otero, el escritor y catedrático José Caicedo Rojas y el científico Fidel Pombo.
También, en la primera mitad del presente siglo, el historiador militar Ernesto Restrepo Tirado, el arqueólogo e historiador Gerardo Arrubla, el geólogo Ricardo Lleras Codazzi y la museóloga y diplomática Teresa Cuervo Borda, fueron algunas de las figuras sobresalientes que no sólo impidieron la desaparición del Museo sino que contribuyeron a su engrandecimiento difusión y dignificación.