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Pedro Nel Gómez: la obra que se expresa en todos los lugares

 



Crónica escrita por:
Raquel Amaranta Cardoso Cárdenas
Equipo de Comunicaciones



Pedro Nel Gómez, conocido como el "pintor de la patria", se dedicó a retratar, por medio de sus acuarelas, oleos y murales al fresco, la realidad del país desde perspectivas diferentes a las tradicionales, incluyendo en sus obras a los campesinos migrantes, las mujeres fuertes y guerreras, los mineros y obreros. Sobre todo, este artista se destaca porque fue capaz de narrar la historia de Colombia desde las luchas sociales que aún continúan vigentes. Todo esto hace que la obra de Pedro Nel Gómez pueda expresarse en cualquier sitio. En una universidad, un museo o en la casa de cualquier ciudadano colombiano, las pinturas de este artista antioqueño logran conectar a las personas con su historia y producen profundas reflexiones sobre el presente y futuro del país.

A partir de esta capacidad de expresión de la obra del maestro Pedro Nel Gómez, la Casa Museo que lleva su nombre creó el programa Como Pedro por su casa, que consiste en llevar diferentes pinturas del artista a la casa de vecinos del Museo; de este modo, las salas familiares se convierten en verdaderas galerías de arte. Esta iniciativa tuvo una gran acogida dentro de la comunidad del barrio Moravia en Medellín. Dicha experiencia animó a que el Museo Nacional de Colombia y Barcú, en el marco de la exposición Pedro Nel Gómez, relatos de nación, acogieran este proyecto y lo adaptaran al contexto del Museo durante el tiempo de exhibición de la muestra, del 3 de abril al 16 de junio de 2019.

Se realizó una convocatoria entre el equipo de vigilancia y servicios generales del Museo Nacional. Seis personas se inscribieron voluntariamente para hacer parte de la actividad y recibir las replicas de las obras de Pedro Nel Gómez en sus casas. Por un lapso de quince días, los vigilantes transformarían sus salas en una exposición temporal, en donde ellos, junto con sus familias, podrían escoger la distribución y la forma en que se realizaría el montaje de las obras y, de esta manera, se convertirían durante este tiempo en curadores y museógrafos, en compañía del Departamento de Acción Educativa y Cultural y el Equipo de Museografía del Museo Nacional.

En el marco de este proyecto, el pasado 2 de mayo tuve la oportunidad de acompañar el proceso de montaje e inauguración de la exposición en la casa de William Agudelo, quien se desempeña como guardia del Museo desde hace algunos meses. A las dos de la tarde, afuera de la Sala de Talleres, nos reunimos con William, Mayali Tafur, Alejandro Suárez y Marlon Celis, del departamento de Acción Educativa y Cultural, y Miguel Sánchez, del Equipo de Museografía. Salimos del Museo con seis pinturas empacadas, sin que nos dijeran nada, literalmente "como Pedro por su casa". Tomamos dos taxis en la carrera séptima y nos dirigimos hacia la casa de William, ubicada en el barrio la Gran Bonanza.

Al llegar a la casa de William, su tía, la señora María Muñoz, nos esperaba con una gran sonrisa. Lo primero que hicimos al llegar fue desempacar el cuadro Vista a Medellín, que había sido el favorito de William cuando le dieron a elegir las obras que expondría en su casa. Esta pintura le recuerda las montañas de Marquetalia, Caldas,  su pueblo natal, que tuvo que dejar hace unos años para buscar oportunidades de trabajo en la capital. Vista a Medellín será la única obra que permanecerá en la sala de William y su tía cuando termine la exposición, ya que es un regalo que el Museo Nacional y Barcú darán a la familia Muñoz Agudelo.




Después de desempacar la obra que se quedará en la casa, se procedió a ubicar cada pintura en las paredes de la sala. Al principio, la señora María tenía varias dudas, decía "yo pienso, pero ustedes son los que saben de eso". Sin embargo, mientras avanzaba la distribución de los cuadros, ella fue cogiendo confianza y se apropió del proceso: agrupó las obras según sus tamaños y temáticas, y en menos de quince minutos las pinturas ya estaban colgadas en las paredes de su casa. Luego, como en cualquier exposición de arte del Museo, se presentaron los textos y fichas técnicas que acompañan la muestra. Mayali comenzó con la lectura de las primeras líneas, que describían el programa Como Pedro por su casa y daban una introducción a la exposición; la siguió William, quien leyó una pequeña reseña sobre la vida de Pedro Nel Gómez, y, finalmente, la señora María hizo una corta lectura sobre los temas de las obras del artista antioqueño.

Cuando estuvo todo listo, se tomó la fotografía oficial de la inauguración; para esto, se le pidió a la señora María que eligiera su pintura favorita. Ella lo pensó por un segundo y, con su voz conmovida, dijo que el cuadro Esposos en la ventana era el que más le gustaba, ya que le recordaba la relación con su marido.

Al preguntarles por qué habían querido hacer parte del programa Como Pedro por su casa, ambos coincidieron que era una experiencia única, una oportunidad para invitar a los amigos y la familia a charlar alrededor de la obra de Pedro Nel Gómez. Al terminar, les entregamos el cuaderno de visitas, donde podrían escribir todas las experiencias y opiniones que la exposición suscitaría. Antes de irnos, la señora María nos preguntó por materiales que le permitieran ampliar sus conocimientos sobre el artista antioqueño; se refería a algunos textos elaborados por el Departamento de Acción Educativa y Cultural, especialmente para el programa Como Pedro por su casa. Al día siguiente me enteré que Marlon se los entregó a William en el Museo. En ese momento pude comprender que el programa y la obra del maestro Gómez, no sólo producían reflexiones sobre las vivencias propias de las personas, sino que también eran un incentivo para que las familias quisieran conocer más sobre la historia y el arte en Colombia.

Después de compartir unos pasabocas, como parte de la inauguración, dimos por terminado el evento. La obra de Pedro Nel Gómez se quedaba en las paredes de la sala de William y su tía. En el poco tiempo que las pinturas llevaban ahí, ya habían generado añoranzas y reflexiones sobre el pasado, presente y futuro, tanto de sus vidas individuales como del contexto nacional. A William y a su tía les recordó su lugar de procedencia, sus raíces, el verde de las montañas que habían dejado y las vidas y relaciones que habían construido alrededor de ellas. Durante quince días, la obra de Pedro Nel Gómez sería una excusa para reunirse y reflexionar en torno al arte, los paisajes colombianos, las mujeres valientes, el amor de pareja y la crítica social que el artista realizaba a través de sus pinturas. 


 





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