Feliza Bursztyn |
Elogio de la chatarra
La exposición es parte de la serie denominada Homenajes Nacionales, como expresión de la política del Ministerio de Cultura según la cual el país exalta el trabajo de los grandes creadores que con su obra han hecho innumerables aportes a la historia del arte nacional.
27 años después de la muerte de Feliza Bursztyn sus esculturas en chatarra y residuos de acero inoxidable recuerdan las discusiones de las décadas de 1960 y 1970 alrededor del uso de material no convencional, la sexualidad, la abstracción y los montajes fuera de lo común. Su obra es actual: explora las posibilidades de materiales diferentes al mármol y al bronce, transgrede los cánones de la escultura con una abstracción indisciplinada que involucra al espacio y al espectador. En esta exposición que hace parte del programa Homenajes nacionales, la propuesta de los curadores revelan tres aspectos de su producción: poesía, movimiento y espacio:
Poesía
La palabra poesía significa transformación. En Grecia la utilizaban para señalar, por ejemplo, la acción del artista que convertía un bloque de mármol en una escultura. En las Chatarras de Bursztyn el desperdicio metálico es obra: deja su condición de residuo para ser apreciado como obra de arte. En su última serie, Color, la escultora retoma planteamientos iconoclastas con ensamblajes de partes de automóviles y composiciones cromáticas. Su vida revela un oficio riguroso y manifiesta una imaginación inagotable que abre miles de caminos.
Enrique Santos: – Este proceso de modelar chatarra es lo menos delicado imaginable, retorcer y aplastar, latas, hierro, tornillos... Feliza Bursztyn: – Pero eso, en sí, es el arte: convertir una cosa en otra. Como Miguel Ángel, al convertir una piedra en una estatua. La transformación total de la materia, en el fondo, es eso. |
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Santos Calderón, Enrique, “Feliza Bursztyn y el arte en latas de Nescafé”, en El Tiempo, Bogotá: septiembre 21 de 1964 |
Movimiento
Las histéricas se sacuden y chillan, afectan el espacio y al espectador. Las Minimáquinas, hoy calladas y quietas, en 1969 fueron manipuladas por el público y cambiaron de forma una y otra vez. Estas esculturas son capaces de simular una máquina descontrolada y de atraer al público en búsqueda de botones y palancas. Son objetos que actúan, sin instrucciones ni límites.
Isaías González: –Entiendo que estas esculturas no tienen la rigidez de las otras y que pueden modificarse. ¿En qué forma? Feliza Bursztyn: – Son esculturas hechas para el gusto de cada cual y cada uno puede variarlas de acuerdo con el estado en que se halle: se le puede poner algo propio; cada uno puede aportarle algo a la escultura. |
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González, Isaías, “Chatarras convertibles en nueva exposición de Feliza Bursztyn”, en El Espectador, Bogotá: octubre 31 de 1969. |
Espacio
Las exposiciones Siempre acostada, Las camas y La baila mecánica se presentaron como espacios ambientales; hoy se cuentan entre las primeras instalaciones realizadas en el país. En éstas el lugar de exhibición se integra a las esculturas, el sonido, las luces y el movimiento. La obra se expande e involucra al espacio y al espectador. El ambiente creado por Bursztyn se acerca a lo absurdo y teatral, acentuado por la acción mecánica de las esculturas, la música y la penumbra.
Con la exposición de las Camas ocurrió algo maravilloso. Las mostré primero en Medellín. Entonces les encargué a un par de muchachos hermanos que escucharan y tomaran nota de todo lo que la gente comentaba. ¡No se imagina lo que alcanzaron a escribir! Resultó un libro extraordinario donde cuentan cómo algunas personas gritaban frente a las camas en movimiento, unas monjas lloraban, otros opinaban las cosas más inverosímiles. Fue algo maravilloso. Por eso yo insisto en que una obra es importante en la medida que suscite reacciones a la gente.
Feliza Bursztyn en: Tafur, Pilar, “Feliza Bursztyn puso a bailar sus esculturas”, en Nueva Frontera, Bogotá: abril 16 de 1979. |