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Pieza del mes, mayo2014

Anónimo
Cilicios encontrados en el cadáver de Francisca Josefa del Castillo
ca. 1742
Forja
Registro 882

El cilicio es un instrumento utilizado para la mortificación de la carne. El presente cilicio se encontró en la tumba de la Madre sor Francisca Josefa del Castillo (1671-1742), quien practicaba el sacramento de la penitencia en busca de la salvación espiritual. Consiste en una faja compuesta por cadenillas de hierro o alambre con puntas, que se puede ceñir alrededor de la cintura, pecho, brazos o piernas. En su origen, el cilicio era una vestidura muy áspera, hecha de pelo de cabra procedente de Sicilia (Italia), de allí su nombre.


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Anónimo 
Sor Francisca Josefa Concepción 
ca. 1813 
Óleo sobre tela 135,2 × 106 cm 
Colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República
N. topográfico AP2144
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La Madre sor Francisca Josefa del Castillo nació en Tunja en el año 1617 y murió en la misma ciudad, en el convento de Santa Clara la Real de Tunja, en 1742. Ingresó en el convento a la edad de 21 años, en 1692, y dos años después tomó los hábitos de monja. Durante su vida monacal desempeñó diversos cargos, llegando a ser nombrada abadesa durante tres periodos: de 1718 a 1721, 1729 a 1732 y 1738 a 1741. Como abadesa de Santa Clara la Real de Tunja, un convento que albergaba más de mil habitantes entre profesas, sirvientes y esclavas, sor Josefa tuvo influencia sobre las finanzas y las decisiones políticas virreinales, además de voz dentro de los debates intelectuales de su época. Su fortuna económica personal le permitió comisionar la factura de una custodia ricamente ornamentada. La custodia, elaborada por el orfebre artesano Nicolás de Burgos en oro y plata, tiene 657 esmeraldas y 291 gemas adicionales que incluyen diamantes, amatistas, perlas y topacios. Actualmente se conserva en los fondos patrimoniales del Banco de la República



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Nicolás de Burgos y Aguilera

Custodia grande de Santa Clara la Real de Tunja (conocida como la Clarisa)

1734-1737

Colección del Banco de la República de Colombia

Fuente: Villegas, Benjamín y Londoño Vélez, Santiago, Arte colombiano. 3.500 años de historia, Bogotá, Villegas Editores, 2001.

 

 

Sor Francisca Josefa comienza a escribir hacia la fecha en que toma los hábitos, cuando el padre Francisco de Herrera, su confesor, le ordena registrar sus pensamientos, los cuales se reunieron y publicaron póstumamente con el título de Sentimientos espirituales (titulados también como Los Afectos espirituales). La Vida, su autobiografía, fue realizada a partir de 1715 cuando, como ella misma lo señala, tenía 44 años. Tras su muerte en 1742, sus manuscritos permanecieron en posesión del Convento Real de Santa Clara en Tunja hasta 1813, año en que son entregados a su sobrino, Antonio María de Castillo y Alarcón, para su publicación. En 1817 se imprimió la Vida en la ciudad de Filadelfia (EE.UU), y en 1843 se editaron de manera parcial los Sentimientos espirituales.

 

A principios del siglo XIX, su obra se interpretó como literatura edificante, es decir, de enseñanza de los valores morales a seguir por la sociedad. Rafael María Carrasquilla (1857-1930), eclesiástico, educador y escritor, y José Manuel Marroquín (1827-1908), presidente de Colombia y escritor, transformaron la significación de la obra de la monja clarisa al consagrarla por su valor literario y cultural como “literatura nacional” en la época colonial.

 

En la obra literaria de sor Francisca Josefa, se referencia continuamente la mortificación de la carne como parte fundamental para la trascendencia del alma: “Hacía cuanta penitencia alcanzaban mis fuerzas, y despedazaba mi cuerpo hasta bañar el suelo y ver correr la sangre, etc. […] Así pasé aquellos días en los ejercicios de mi padre san Ignacio [de Loyola]” (Vida, p. 109).

 

Las disposiciones del Concilio de Trento con respecto al sacramento de la penitencia expresan el carácter particular de la piedad barroca: una religiosidad que debe expresarse para ser controlada. La penitencia significa cabalmente una conversión del espíritu. La sesión VI del Concilio de Trento (1547) afirma que la total remisión del pecado buscada con la penitencia, requiere cumplir tres actos: la contrición, consistente en el dolor sentido por el pecado cometido; la confesión, y la satisfacción, que reside en el ofrecimiento voluntario de ciertos actos como reparación ofrecida a Dios. Entre estos actos de satisfacción, la mortificación de la carne con cilicios y demás instrumentos de penitencia fueron comunes en el siglo XVII neogranadino. Sor Francisca Josefa cuenta en su Vida que, a los 14 años, Dios: 



Púsome una determinación y ansia de imitar a los santos, que no me parece dejaría cosa por hacer, aunque fuera la más ardua y dificultosa del mundo. Pareciame que todo lo más ero lo exterior, y así deje todas las galas y me vestí una pobre saya. Hacía muchas disciplinas con varios instrumentos, hasta derramar mucha sangre. Andaba cargada de cilicios y cadenas de hierro, hasta que sobre algunas crecía la carne. Dormía vestida o sobre tablas. Tenía muchas horas de oración y procuraba mortificarme en todo. Veía algunas veces al padre Pedro Calderón, y el me alentaba y consolaba.” (Vida, p. 94)

 



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Anónimo

San Pedro de Alcántara (1499-1562)

Talla (madera)

59,7 × 17,6 ×14 cm

Comodato con la fundación Enrique Grau Araujo

Número de ingreso 4067



El modelo para la realización de la penitencia era la imitación de la vida de los santos y la pasión de Cristo. La mortificación de la carne hacía al penitente semejante a Cristo, quien con su sufrimiento libró de los pecados al hombre. La satisfacción de la penitencia lograba una conciencia de liberación –parcial– del pecado y una comunión directa con Dios. Tales eran los llamados desposorios místicos, en los que a partir del éxtasis en la oración –que incluye la mortifi
cación– se conseguía que el individuo se acercara a la divinidad.

 

La mortificación obtenida por medio del cilicio formaba parte del sacramento de la penitencia y, como tal, del camino a la salvación del alma. Sor Francisca Josefa del Castillo practicó los ejercicios espirituales de manera simultánea con sus cargos políticos, actividades que en su época se exigían mutuamente y brindaban notabilidad social.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Fuentes primarias

Castillo, Francisca Josefa del. Vida de sor Francisca Josefa del Castillo. Estudio preliminar Beatriz Ferrús Antón y Nutria Girona Fibla. España: Universidad de Navarra - Iberoamericana - Vervuet, 2009.

 

Ribadeneyra, Pedro de. Flos sanctorum de las vidas de los santos. Barcelona: Imprenta de los Consortes Sierra, Oliver y Martí, 1790.

 

Fuentes secundarias

Ferrús Antón, Beatriz. “Cuerpos místicos, cuerpos que imitan a Cristo. De Agustín de Hipona a Francisca Josefa de la Concepción del Castillo”. Quaderns de Filologia. Estudis Literaris, vol. X, 2005, 155-167.

 

Adnés, Pierre, S.J. La penitencia. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1981.

 

Borja Gómez, Jaime Humberto. “El cuerpo exhibido, purificado y revelado. Experiencias barrocas coloniales”, en Banco de la República, Habeas corpus: que tengas [un] cuerpo [para exponer], 2010. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/habeas-corpus/index.html.

 

Borja Gómez, Jaime Humberto. Pintura y cultura barroca en la Nueva Granada. Bogotá: Fundación Gilberto Alzate Avendaño, 2012.

 

Brosse, Oliver de la, Henry, Antonin-Marie, Rouliard, Philipe. Diccionario del cristianismo. Barcelona: Herder, 1974.

Duby, Georges y Perrot, Michelle. Historia de las mujeres en Occidente, t. III. Trad. Marco Aurelio Galmarini. España: Taurus, 1992.

 

Jaramillo Zuleta, Pilar. “Conventos de monjas en el Nuevo Reino de Granada, 1574-1791”, en Miguel Fernández Félix, Monjas coronadas. Vida conventual femenina. México, D.F.: Instituto Nacional de Antropología e Historia - Museo Nacional del Virreinato, 2003.

 

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Muriel, Josefina. “Los conventos de monjas en la sociedad virreinal”, en Miguel Fernández Félix, Monjas coronadas. Vida conventual femenina, México, D.F.: Instituto Nacional de Antropología e Historia - Museo Nacional del Virreinato, 2003.

 

Schenone, Héctor H. Los santos, vol. II. Argentina: Tarea, 1992.

Toquica Clavijo, María Constanza. “Las visiones de Jerónima: encarnados de amor místico”, en Museo Iglesia Santa Clara, Las representaciones del cuerpo barroco neogranadino en el siglo XVII. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2003.

 

Toquica Clavijo, María Constanza. A falta de oro: linaje, crédito y salvación. Una historia del Real Convento de Santa Clara de Santafé de Bogotá, siglos XVII y XVIII. Bogotá: Icanh-Universidad Nacional de Colombia, 2008.

 

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