Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal

Skip Navigation LinksEl_pincel_mas_energico_y_mas_vivo

"El pincel más enérgico y más vivo": Pedro José Figueroa, sus discípulos y el oficio de la pintura en Bogotá (1790-1886)

 



"El pincel más enérgico y más vivo": Pedro José Figueroa, sus discípulos y el oficio de la pintura en Bogotá (1790-1886)

 

Aquella arte encantadora
hija del divino Apeles,
recobrará los pinceles
que usó Vázquez otra vez

 

R.A.L., La exhibición de las artes (1842)

 

El deseo de indagar en la vida y obra de uno de los pintores menos conocidos de la historia del arte colombiano, así como en las lecciones que impartió a sus discípulos y cómo estos afrontaron el reto de ejercer el oficio de la pintura, sumado a la enseñanza de esta durante gran parte del siglo XIX en Colombia, nos ha motivado a establecer un diálogo entre distintas obras a través de esta exposición virtual. Adicionalmente, esta investigación es una oportunidad para celebrar los 150 años del fallecimiento del pintor y docente José Celestino Figueroa, hijo y discípulo del maestro Pedro José Figueroa.

La escritora bogotana Josefa Acevedo de Gómez (1803-1861) escribió entre 1849 y 1850 una serie de textos llamados Cuadros de la vida privada de algunos granadinos. En una de estas narraciones, Acevedo de Gómez describió con precisión la decoración interior de las casas de la antigua Santafé de 1810:

Sus casas, sólidamente construidas, ofrecían espacio y comodidad a los que moraban en ellas, lo que según la opinión de muchos puede valer tanto como lo que se llama elegancia y buen gusto moderno. Macizos balcones, en cuya formación no se había economizado la madera; gruesas ventanas guarnecidas con espesas celosías que daban escasa entrada a la luz y al aire que circulaba por espaciosas salas colgadas de un papel lustroso en donde ordinariamente se representaban paisajes y flores; altos y duros canapés con cerco dorado, forrados en filipichín o damasco de lana o seda, en cuyas patas figuraba la mano de un león empuñando una bola; cuadros de santos con anchos marcos labrados y sobredorados y algunos retratos de familia, al óleo, ejecutados por Figueroa y colocados lo más cerca del techo que era posible. (Acevedo de Gómez, 1861, p 140)


En este punto cabe preguntarse: ¿a qué artista se refería Josefa Acevedo de Gómez?, ¿quién fue su maestro y quiénes sus discípulos?, ¿cuál fue la impronta que dejó en la pintura local?

Acevedo de Gómez se refería a Pedro José Figueroa (1778-1836), discípulo del pintor Pablo Antonio García del Campo (1744-1814), quien había estudiado con Joaquín Gutiérrez (ca.1715-ca-1805), el reconocido "pintor de los virreyes". El joven Figueroa ingresó al taller de García del Campo hacia 1790. Allí, aprendió a moler polvos de colores para preparar pigmentos, tensar lienzos en bastidores y barnizarlos, copiar láminas impresas y realizar apuntes de dibujo basado en modelos naturales, entre otros conocimientos propios del gremio artístico.

Luego, durante los eventos ocurridos en la campaña militar de restauración de la monarquía hispánica en la Nueva Granada, ocurrida entre 1815 y 1819, Figueroa realizó el retrato del general español Pablo Morillo (1777-1837). Más tarde, durante la guerra de independencia del territorio neogranadino y la fundación de la república en 1819, el Congreso le solicitó al pintor realizar las primeras imágenes de Simón Bolívar (1783-1830), Francisco de Paula Santander (1792-1840) y Antonio Nariño (1765-1823), entre otros próceres destacados del momento.

Así mismo, Pedro José Figueroa, ya convertido en un maestro pintor, fundó un taller de pintura a finales de la década de 1820, donde transmitió sus saberes artísticos a algunos de sus hijos, como José Miguel (1809-1874), José Celestino (1811-1870) y José de los Santos Figueroa (1815-ca. 1886). Los artistas José Manuel Groot (1800-1878) y Luis García Hevia (1816-1887) asistieron también a sus clases entre 1818 y 1836. Todos estos estudiantes llegaron a ser destacados pintores, acuarelistas, dibujantes y fotógrafos durante el siglo XIX en Colombia.

En el taller, los aprendices de Figueroa replicaron las lecciones del maestro, que se pueden sintetizar en los siguientes preceptos: realización de retratos de medio cuerpo, dibujo exacto de los rasgos fisionómicos del modelo, atención minuciosa al detalle de texturas de las prendas, encajes y objetos que acompañan la composición, el uso de un fondo neutro —a veces complementado con un cortinaje, cuadro religioso o escudo heráldico— y la inclusión de una cartela blanca en la parte inferior del cuadro, muchas veces era completada por el propietario de la obra, con el fin de destacar los hechos biográficos más relevantes de la figura retratada.

El 24 de marzo de 1836, Pedro José Figueroa falleció. Su legado pictórico pervivió, puesto que, desde la década de 1830 hasta finales de la década de 1880, sus tres hijos, Miguel, Celestino y José de los Santos, así como Groot y García Hevia, continuaron con la elaboración de retratos, lienzos de temática religiosa o mitológica, paisajes y cuadros de costumbres populares.

Más de 50 años después, el pintor, periodista y coleccionista Alberto Urdaneta (1845-1887) —que había sido discípulo de José Celestino Figueroa en su juventud— celebró la fundación de la Escuela de Bellas Artes con la Primera Exposición Anual de dicha institución, el 4 de diciembre de 1886. En este certamen artístico, Urdaneta expuso alrededor de 1200 obras, en las que se incluían dibujos, acuarelas, miniaturas, pinturas, fotografías, grabados, bordados y esculturas. Entre todas esas piezas, se encontraban colgados los retratos elaborados por Pedro José Figueroa, sus hijos y discípulos, quienes recibieron un último reconocimiento con la exhibición de sus obras en esta gran exposición. Su presencia allí no era menor: estos pintores hacían parte de una tradición pictórica que, sin duda alguna, había dejado huella en la enseñanza artística y el gusto por el retrato civil durante buena parte del siglo XIX colombiano.

A partir de la década de 1950, el legado artístico de Pedro José Figueroa y sus discípulos fue redescubierto, analizado y sometido a crítica por historiadores del arte como Gabriel Giraldo Jaramillo (1916-1978), Marta Traba (1930-1983), Eugenio Barney Cabrera (1917-1980), Beatriz González, Daniel Castro Benítez y Carolina Vanegas. El trabajo realizado por estos estudiosos nos recuerda la importancia que tuvieron las lecciones del maestro neogranadino y la trayectoria profesional de los jóvenes pintores formados por él, cuyos hechos constituyen un capítulo excepcional para la historia del arte en Colombia.


 




Asociación de Amigos del Museo Nacional


Apoye los programas y proyectos del Museo Nacional y reciba beneficios como invitaciones especiales y descuentos.

Programación Cultural


Exposiciones temporales, conciertos, conversatorios, visitas guiadas, actividades educativas y más.