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Noviembre 04

 

 

Pieza del mes de noviembre del 2004
Billete de los Estados Unidos de Colombia, denominación veinte pesos
Colección de Numismática
Gabinete de Dibujo y Artes Gráficas Carlos Botero-Nora Restrepo, segundo piso

pienov04.jpg
Tesorería General de los Estados Unidos de Colombia
Billete de los Estados Unidos de Colombia,
denominación veinte pesos
1866
Litografía de Demetrio Paredes
7.8  x 19.1 cm
Registro 1657.6

En los billetes del siglo XIX se encuentra un ejemplo claro de la forma en que las élites colombianas, tras su independencia de España, y participando de una nueva situación económica y social en un país libre, construyen una nueva imagen, y la divulgan en el papel moneda. Los modelos están inspirados en Europa, pero las imágenes locales de género costumbrista fueron impresos por litografías nacionales en billetes de la Tesorería General y de los bancos privados de los diferentes estados durante el periodo federal. Este tipo de imágenes desapareció cuando el gobierno de Rafael Núñez decretó el monopolio de la emisión por parte del Estado, durante el régimen centralista de la Regeneración. Durante esta época la Tesorería General, los bancos de los estados y los bancos privados produjeron diferentes emisiones, en particular estos últimos, que podían expedir su propia moneda y contribuyeron, de manera definitiva, al movimiento de divisas en cada una de las regiones del país.

Desde 1821 hasta 1881, cuando se crea el Banco Nacional, el atributo de emisión había sido ejercido por el Estado a través de su Tesorería. La credibilidad del billete siempre fue el gran obstáculo para implantar de la circulación del papel moneda en el país. Estos billetes pertenecen a las emisiones con las que se intenta remplazar la moneda metálica a falta de circulante y metal para acuñación. Anteriormente los presidentes José Ignacio de Márquez y José Hilario López habían ordenado algunas emisiones de papel moneda, para pagar a empleados y acreedores de la república, con un fuerte rechazo por parte de los tenedores. La población no tenía una cultura del papel moneda y consideraba que éste no tenía ningún respaldo, lo que dio lugar a una especulación abusiva que el gobierno intentó detener.

Tomás Cipriano de Mosquera, urgido por pagar los gastos de guerra de 1860, mediante el decreto 2591 de 1861, autorizó a la Tesorería General de los Estados Unidos de la Nueva Granada para emitir billetes de Tesorería hasta por 500.000 pesos, con denominaciones de 1, 2, 3, 10, 20 y 100 pesos, billetes que serían admisibles por su valor nominal en pago del 50% de los derechos de importación, del 60% del valor de la sal que se comprara en las salinas explotadas por el Estado y del 100% de los derechos de exportación.
 
Inicialmente estos billetes sólo eran de obligatorio recibo, por su valor nominal, por parte de los acreedores del gobierno, con excepción de los extranjeros, y por los acreedores de los empleados del gobierno. Para los acreedores de particulares el recibo de los mismos era voluntario. Ante su escasa aceptación, el Poder Ejecutivo decretó su recibo obligatorio, con lo cual el curso forzoso se instituyó por un breve período por primera vez en nuestro país.

Para que esa disposición se cumpliera, y a fin de evitar la depreciación del billete, se dispuso que quien lo negociara con un descuento superior al 2% de su valor nominal, estaría sujeto a penalidades como el desconocimiento de sus derechos ciudadanos, multas de diez hasta mil pesos o la pérdida del empleo en el caso de los empleados públicos (decreto de 18 de junio de 1862).

Pese a las disputas que Mosquera sostuvo con los tribunales, la medida fue ineficaz para preservar el valor de los billetes y por ello, en 1863, el gobierno decretó la pérdida de su carácter de moneda legal y a partir de entonces fueron amortizados como deuda de la nación y se retiraron de circulación.

Esta litografía de Demetrio Paredes aparece en 1863; estaba ubicada en la dirección Tundama, 81, en Bogotá. Paredes contribuyó a modernizar la litografía en Colombia cuando trajo máquinas y operarios de Alemania, gracias a lo cual de su taller salieron los billetes mejor impresos del siglo XIX colombiano. Imprimió billetes, libranzas y otros valores para el gobierno (bonos flotantes, vales sin intereses y documentos de crédito extranjeros), el Banco Nacional y entidades privadas. Durante la era de la banca libre (ley 35 de 1865 de los Estados Unidos de Colombia), los bancos carecían de recursos para mandar a fabricar sus billetes al exterior; la litografía de Paredes recibió gran número de encargos, y prácticamente acaparó la impresión de billetes en el país. Además, Paredes imprimió muchos títulos valores para el gobierno nacional, en especial libranzas para la construcción de ferrocarriles, bonos y gran cantidad de papelería especial de los bancos y particulares, al igual que señas como las de la Hacienda Lagunilla.
 
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