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​Pieza del mes, noviembre 2015

Torres Méndez, Ramón (1809-1885)
Estudiantes de diversas épocas
ca. 1850, siglo XIX
Dibujo (lápiz compuesto/papel de fabricación industrial)
Número de registro 1149



El cuadro de costumbres fue un género artístico ampliamente difundido en el siglo XIX en Latinoamérica, en el cual se retrataban particularidades de la vida cotidiana de los parajes del continente, sus costumbres, tradiciones y ritos. Uno de sus principales exponentes en Colombia fue Ramón Torres Méndez, cuyo trabajo gozó de gran popularidad en la época gracias a su destreza técnica y al estilo picaresco que imprimía en sus imágenes.

Por lo general, el cuadro de costumbres se pensaba para la publicación múltiple, regularmente en impresión litográfica, razón por la cual es posible pensar que este dibujo es un boceto preparatorio para una litografía que nunca se hizo. En la imagen se aprecian las vestiduras de cuatro tipos de estudiantes santafereños siglo XIX: en el extremo izquierdo, un joven adulto vestido con sombrero y una capa larga echada sobre el hombro luce atavíos propios de la época que, en primera medida, no parecerían ser el uniforme de un estudiante sino el vestir de una persona del común; sin embargo, la capa fue a principios del siglo XIX una prenda distintiva de los estudiantes externos al claustro que asistían igualmente a clases de manera gratuita, por lo que los llamaban "manteístas" o "capistas"1. Los estudiantes que formaban parte de la comunidad del claustro, por otro lado, debían estar siempre uniformados con una hopa negra, la cual era una especie de sotana similar a la de un sacerdote pero con un cuellito blanco. Encima de la hopa era obligatorio usar una beca, faja de un cuarto de ancho y aproximadamente un metro de larga que iba doblada en dos a la altura del pecho y caía por la espalda. La de los estudiantes del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario era blanca, la de los alumnos del Colegio Seminario de San Bartolomé era roja y la de los estudiantes del Colegio-Universidad de Santo Tomás era de color azul2.

El niño que aparece con sombrero de copa y sacoleva en el extremo opuesto al "capista" en el dibujo representa el uniforme estudiantil, particularmente elegante, de varios colegios privados que empezaron a aparecer en la capital desde 1827. Las cátedras de los antiguos colegios no cubrían apropiadamente la enseñanza de la clase privilegiada, por lo cual el gobierno permitió e incluso incentivó la creación de colegios particulares, como el del Espíritu Santo, el de San Buenaventura y el de Ricardo Carrasquilla3. Cabe señalar que Torres Méndez decidió poner en los extremos opuestos del dibujo a dos estudiantes de clases sociales marcadamente distintas. Mientras el hombre de la capa es identificado como un estudiante externo que no forma parte del claustro y viste de manera sencilla, el niño del sombrero de copa no sólo es estudiante oficial, sino de una clase social alta.

Otro contraste es evidente en los dos personajes centrales: uno es religioso y el otro, militar. Por los hábitos del religioso lo más probable es que sea un bachiller de San Juan de Dios, una orden hospitalaria española que nació en 1537 y se dedica a la atención de los enfermos y de quienes sufren. En las manos carga un libro, que acentúa su carácter de estudiante. El militar que posa de tres cuartos junto a él lleva espada al cinto y sombrero de dos puntas, a la usanza francesa. Esta cuarta figura es la más difícil de identificar, pues su sombrero y el hecho de estar armado van en contravía del uniforme de los estudiantes de las escuelas militares de la época, quienes no podían estar armados y usaban un sombrero redondo con la escarapela nacional y presilla de galón de cinco hilos4. El militar dibujado por Torres Méndez no parece portar el uniforme de un estudiante sino el de un comisario, el cual tenía sombrero apuntado, guarnecido de seda negra, con escarapela nacional a uno de sus lados5.


A pesar de esta aparente contradicción, no es probable que se trate de un error por parte del dibujante; hay que recordar que el artista no era ajeno a la representación de las fuerzas armadas y retrató la batalla de Boyacá, la guerra entre ejércitos extremistas de 1854 contra el general José María Melo y la guerra civil de 1976, enfocándose en todos estos casos en la indumentaria y los oficios de los miembros del ejército de una manera más documental que romántica6.

La ausencia de estudiantes mujeres en el dibujo se debe a que en la mayor parte del siglo XIX las mujeres no podían recibir educación universitaria; en cambio, iban al Colegio de la Enseñanza, donde las educaban para ser amas de casa. Los estudios de los varones consistían en Filosofía, Teología, Medicina y Jurisprudencia, siendo esta última la que gozaba de mayor prestigio. El currículo de estudios de las mujeres se enfocaba en la economía del hogar y las artes, se les enseñaba a leer y escribir, y se les daban también clases de dibujo, música, principios de moral y costura, entre otras. Estas instituciones eran reservadas para las élites sociales y para ingresar a ellos se exigían certificados de nobleza y limpieza de sangre7.

La uniformidad

Los uniformes fueron un tema de interés recurrente para Torres Méndez durante toda su carrera. En su intención de hacer un compendio de usos y costumbres nacionales, la representación de la uniformidad le era útil para representar la forma en que la sociedad codificaba visualmente los oficios en el vestir y la importancia que éstos tenían en el ámbito cultural. El uniforme ayuda a codificar y a diferenciar la colectividad de un solo vistazo, pero esa diferenciación nunca es neutra, siempre supone la expresión de una relación de poder, estatus o prestigio8.

Como portar un uniforme era una manera de distinción social, el vestir era también un medio de control del comportamiento de quien lo llevaba puesto. Por ejemplo, los colegiales del siglo XIX no usaban únicamente sus hopas en las instalaciones del colegio, sino que incluso cuando salían del claustro debían vestirlas para que su comportamiento pudiera ser controlado​. En 1834, los conciliarios del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario escribieron al respecto:

"Cuando los colegiales salen a las asistencias en funciones públicas, cuando van a sus casas o a pasear en los días permitidos, deben por los estatutos ir vestidos con el manto y la beca. La respetabilidad que les adquiere el vestuario por su aspecto y por su antigüedad es un poderoso estímulo para comportarse bien, no es fácil desprenderse de la investidura i quedar en el traje común i este es un obstáculo que se opone a que el individuo se desvíe y cometa acciones que la moral reprueba. La idea de que un colegial con el vestido de comunidad ande sólo por las calles, no se nos presenta como posible por que los estatutos lo prohíben y la costumbre está ya fijada y establecida de andar acompañados y esta asociación les impide también que se separen de las sendas regulares de conducta: el vesido los hace reconocer inmediatamente en cualquiera circunstancia y no es tan posible confundirse para que sus acciones no sean sabidas y corregidas"9.

Torres Méndez hace una selección cuidadosa de los cuatro estudiantes que representa, pues señala diversos contrastes entre distintos niveles económicos, medicina y milicia, hospitalidad y guerra, europeización y elementos autóctonos, construyendo un discurso sobre las diferencias sociales y las condiciones de vida de los pobladores de la república.

 


 

1María Clara Guillén de Iriarte. Los estudiantes del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1773-1826, p. 97.

2María Clara Guillén de Iriarte. Pasajes de la vida estudiantil en el siglo XIX bogotano. Revista Credencial Historia. Consultado en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre2007/vidaestudiantil.htm el 08/10/2015.

3Ibid.

4General (r) Luis Eduardo Roca Maichel (julio de 1998). Historia de los uniformes militares de Colombia, p. 104.

5Ibid., p. 107.

6Efraín Sánchez Cabra (1987). Ramón Torres Méndez, pintor de la Nueva Granada, 1809-1885. Bogotá: Fondo Cultural Cafetero, p. 89.

7María Clara Guillén de Iriarte. Pasajes de la vida estudiantil en el siglo XIX bogotano. Revista Credencial Historia. Consultado en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre2007/vidaestudiantil.htm el 08/10/2015.

8Juan Antonio Pérez. Los poderes del uniforme. Consultado en   http://www.lavanguardia.com/vida/20110212/54111862379/los-poderes-del-uniforme.html#ixzz3o148iAj3.

9Archivo Histórico de la Universidad del Rosario (1º de octubre de 1837). José María Duque Gómez al presidente de la república para reformar el traje de los colegiales, caja 31, folios 171-174.

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